Por: Juan David Cervantes, MSc. Administración; Director de Proyectos; docente catedrático de la Escuela de Negocios de la UTB. Email: jucervantes@utb.edu.co
A primera vista, la respuesta a este interrogante podría ser un rotundo no.
Hablemos primero del factor tiempo. Los proyectos por definición representan un esfuerzo temporal y, por ende, la regla general en Gerencia de Proyectos es reducir desviaciones en el cronograma para que podamos materializar más rápidamente el resultado único esperado, optimizando recursos.
La estrategia, por su parte, constituye una planeación a largo plazo que enmarca el resto de los planes de la organización y la toma de decisiones futuras, por consiguiente se podría decir que entre más tiempo una empresa pueda contar con este marco orientador, mejor para ella. Al fin y al cabo concebir un plan estratégico es un esfuerzo arduo y costoso.
Otro factor importante que podemos considerar es el cómo. A través de la planeación estratégica se determina la situación actual (diagnóstico) y direccionamiento futuro de una organización existente. Cuando estamos en la fase de formulación de un proyecto de emprendimiento, por lo general tal organización ni siquiera existe, y si no existe, ¿cómo evaluamos su situación actual?
Por lo anterior, muchos concluyen que cualquier esfuerzo que propenda por la definición de un direccionamiento estratégico de una iniciativa de emprendimiento debería ser posterior a la formulación, ejecución y cierre del proyecto, e incluso después de que la empresa haya estado en operación por un tiempo, no durante la estructuración del proyecto. En otras palabras, a simple vista se podría pensar que debemos esperar a tener la empresa funcionando para proyectar un horizonte con vista a 5 o 10 años.
En mi concepto, la formulación de un proyecto de emprendimiento es la etapa más propicia para realizar un ejercicio de planeación estratégica.
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¿Cómo se puede incluir la planeación estratégica en la formulación de un proyecto de emprendimiento?
Partamos del hecho de que si queremos emprender es porque desde ya estamos visualizando la creación de una empresa que va a perdurar en el tiempo. ¿Por qué no darle un direccionamiento estratégico a esa visualización para que no sólo determine el éxito del proyecto como tal, sino el éxito sostenido de la futura empresa? Resulta apenas lógico que desde la misma concepción de la empresa definamos dónde queremos estar a la vuelta de unos años con nuestra iniciativa, y que esa orientación estratégica sirva de base para planear el proyecto mismo.
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Ahora bien, la pregunta del millón es: ¿Cómo lo hacemos? Al fin y al cabo, los argumentos que se expusieron al principio del texto son poderosos.
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Realizar un análisis de la situación actual
En primera instancia, en equipo debemos realizar un análisis de su situación actual; en estos casos la matriz FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas) es una herramienta de mucha utilidad en ese diagnóstico inicial que necesitamos para arrancar.
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Definir la misión, visión y valores
Posteriormente, y tomando como base el análisis realizado, pasamos a la formulación del direccionamiento estratégico. Definimos la misión, ese propósito que será parte de nuestra esencia y que le dará sentido a la existencia de nuestra empresa. Luego trazamos nuestra visión o, lo que es lo mismo, como envisionamos nuestro futuro en 5, 8 o 10 años, de acuerdo con aquello a lo que queremos aspirar a ser. Seguidamente acordamos cuáles son esos valores que enmarcarán nuestro actuar y que no serán negociables. Finalmente, trazaremos unos objetivos o imperativos estratégicos que posibilitarán determinar una hoja de ruta para alcanzar esa visión que nos hemos planteado, y que deberán decantar en planes concretos, con sus respectivos indicadores de gestión, que más adelante estaremos monitoreando periódicamente para evaluar el desempeño y realizar los ajustes correspondientes en caso de identificar desviaciones al plan.
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Foco en el bosque, no en los árboles
Para que este ejercicio sea exitoso y arroje los resultados esperados, necesitamos focalizarnos en un futuro que trascienda el proyecto. Pensar sólo en función de la completitud y puesta en marcha del proyecto o, en su defecto, del modelo de negocio que vamos a implementar, no permitirá que hagamos una correcta planeación estratégica. Si sólo pensamos en función del éxito del proyecto, nos estaremos focalizando únicamente en los árboles y perdiéndonos de la valiosa oportunidad de apreciar el bosque en toda su magnitud.
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Visión compartida
Otro factor de éxito a tener en cuenta es que todos los integrantes del equipo no sólo deben participar activamente en la construcción de la estrategia, sino que también deben sentirse identificados con la misma, sentirla, vivirla, para que esa visión que arroje el ejercicio no se quede sólo en el papel sino que de verdad se convierta en una visión compartida que los mantenga inspirados y cohesionados, sobre todo en los momentos desafiantes, porque los habrán.
Por todo lo anteriormente expuesto, exhorto a todos los emprendedores que tienen la oportunidad de leer este blog a que se animen a realizar la planeación estratégica de sus empresas, indistintamente de la fase en que se encuentra su proyecto de emprendimiento. ¡Anímense! Ustedes desde ya son ganadores por el simple hecho de atreverse a emprender; ahora sean ganadores estratégicos.
