En la Universidad Tecnológica de Bolívar, UTBot es un semillero creado y liderado por el profesor Harold Rodríguez. Allí, la robótica se convierte en una oportunidad para crecer, compartir y transformar vidas. Más que un espacio académico, es un lugar donde se crean vínculos reales, se descubren vocaciones y se construye comunidad.
El semillero de robótica UTBot nació el 14 de marzo de 2023, gracias al liderazgo del profesor Harold Alberto Rodríguez Arias, un docente apasionado por la robótica con más de 20 años de experiencia. Desde su llegada a la Universidad Tecnológica de Bolívar, quiso crear un espacio que no solo se enfocara en lo técnico, sino que también ofreciera a los estudiantes la oportunidad de crecer como personas.
En una oficina repleta de piezas electrónicas, pendones de proyectos y entusiasmo contagioso, el profesor Harold recibe a sus estudiantes como si fueran parte de una gran familia. Su espacio, ubicado en el edificio Alcatraz, en la Facultad de Arquitectura, suele ser el punto de encuentro del semillero. También utilizan el laboratorio de Ingeniería Mecatrónica en el edificio A2, donde los estudiantes dan forma a sus ideas y proyectos.

El profesor Harold ha sido claro desde el inicio: “No me interesa si el estudiante tiene cuatro o cinco de promedio. Me interesa que tenga ganas, que no esté en riesgo académico y que quiera aprender de verdad”. Gracias a esa filosofía, UTBot se ha convertido en un espacio donde todos tienen la oportunidad de participar: estudiantes de primer semestre, de último semestre, egresados, jóvenes de colegios e incluso chicos de fundaciones. El semillero no excluye: abre sus puertas a quienes tienen motivación.
Robótica como herramienta para la vida
Lo que comenzó como una pequeña iniciativa para construir robots, pronto se transformó en algo mucho más grande. UTBot no solo ha ganado competencias dentro y fuera de la ciudad; también ha llevado conocimiento a colegios y fundaciones. Jessica Ávila, una de las estudiantes del semillero, cuenta que lo que más la ha marcado han sido las visitas a colegios. “A mí siempre me ha gustado enseñar, y cuando fuimos a compartir con los niños, fue muy bonito ver cómo aprendían con interés. Eso me motivó mucho”.
UTBot ha trabajado con instituciones como el colegio Nueva Granada, el George Washington, el Británico, el Trinitario, y recientemente con la Fundación Pies Descalzos, donde asesoraron a estudiantes interesados en formar su propio grupo de robótica.

Los chicos del semillero no solo enseñan: también preparan materiales, dan clases virtuales y apoyan la logística de eventos. Todo esto mientras siguen estudiando y desarrollando sus propios proyectos.
Más que un grupo, una comunidad
Actualmente, UTBot cuenta con más de 30 integrantes, entre antiguos y nuevos. Incluso estudiantes de otras universidades, como UniTecntar, participan gracias a la conexión que mantienen con el profesor Harold, quien fue su docente anteriormente. Hay también una egresada que sigue vinculada al semillero porque siente que aún puede aportar. Para muchos, UTBot se ha convertido en un lugar especial. Joseph Gutiérrez, estudiante de quinto semestre de Ingeniería Mecatrónica, lo resume así: “Aquí uno no solo aprende, también se siente acompañado. Cuando fuimos al torneo de Medellín, aunque no ganamos, aprendimos mucho. Y eso es lo que importa”.

El profesor Harold ha creado una estructura interna en el semillero. Los nuevos son llamados aspirantes, y al cumplir ciertas metas, suben de nivel: semillerista junior, asociado y senior. Esta dinámica motiva a los estudiantes a comprometerse con los proyectos y a crecer dentro del grupo. Y aunque muchas veces los recursos son limitados, eso no ha sido un obstáculo. “A veces toca poner plata de uno. Me ha tocado comprar tarjetas de $400.000 porque se queman, y no hay de otra. Pero eso no me detiene, porque vale la pena”, dice Harold.
Una idea que sigue creciendo
UTBot también ha sido responsable de organizar el evento de robótica más grande de la Costa Caribe. En su primera versión participaron más de 40 equipos. En la segunda, fueron más de 60. Todo gestionado desde la UTB, pero con la experiencia previa del profesor Harold en torneos realizados en otras universidades. Ahora el semillero trabaja en nuevos retos: desarrollar robots guía para la universidad, robots de carga y propuestas que faciliten la vida en el campus. Además, están creando una cartilla educativa llamada “Mi primer robot”, con la que buscan enseñar robótica desde cero a niños y jóvenes.
El impacto del semillero ha sido tan fuerte que se ha convertido en un apoyo clave para el área de mercadeo de la universidad. “Cuando vamos a ferias universitarias, el stand más visitado es el de UTBot. Los robots llaman la atención y despiertan vocaciones. Eso ha hecho que aumenten las matrículas en la carrera de Mecatrónica”, señala Harold.
Un lugar para creer en uno mismo
En UTBot, no importa de dónde vengas, sino hacia dónde quieres llegar. Lo que comenzó con un par de estudiantes construyendo robots hoy es una comunidad viva, en constante movimiento, que transforma la educación desde lo humano.
Aquí se aprende robótica, sí. Pero también se aprende a trabajar en equipo, a ser constantes, a tener visión de futuro. Se aprende a creer en uno mismo.
Y tal vez ese sea el mayor logro del profesor Harold: haber creado un espacio donde la tecnología y el corazón van de la mano. Donde los tornillos se usan para construir algo más que máquinas. Se usan para unir personas.
Porque al final, como él mismo dice: “Yo no vine a formar ingenieros solamente. Vine a formar personas que puedan cambiar su entorno. Y eso lo estamos logrando, paso a paso, robot a robot.”