En la mañana del 8 de noviembre de 2021, Federico Ortiz inició su día como cualquier otro. Despertó a las cinco de la madrugada, apagó la alarma, se dirigió al baño y se preparó para su jornada como vigilante de seguridad en el sector Barú de El Recreo. Vistió su uniforme característico: camisa manga larga beige, pantalón marrón y su icónica gorra que siempre lo acompañaba. Su desayuno, consistente en pan de queso y un tinto fuerte, precedió su salida a las seis y treinta, tomando el autobús que lo llevaría a su lugar de trabajo.
Al llegar, intercambió saludos con su compañero, el señor Ulises, a quien relevaría en el turno de la noche. Mantuvieron una conversación de aproximadamente quince minutos sobre las problemáticas cotidianas que los residentes comentaban, para luego despedirse y dedicarse a sus respectivas labores. Ortiz recorrió el sector en varias rondas durante el día para asegurarse de que todo estuviera en orden.
Siguiendo su rutina habitual, almorzó, continuó sus rondas por Barú y se ubicó en su puesto de vigilancia. Esa noche, sin embargo, se anunciaba un eclipse lunar, una advertencia que su compañero le hizo en la mañana. Aunque escéptico, Federico no le dio mucha importancia.
Encuentros con lo sobrenatural: Experiencias de Federico Ortiz
Federico Ortiz no es ajeno a lo paranormal. Experiencias en trabajos anteriores lo han llevado a vivencias inexplicables. Recuerda una ocasión en una urbanización donde un residente se había suicidado. Cada vez que patrullaba por esa zona en las noches, escuchaba lamentos y una voz extraña.
«Para mí, algo sucedía en ese lugar. Cuando hacía rondas nocturnas, sentía lamentos o una voz extraña. Cada vez que lo escuchaba, se me erizaba la piel. Preferí dejar de rondar por ahí durante un tiempo. Me generaba mucho miedo», dijo Ortiz.
Federico está convencido de que los fenómenos astronómicos, como los eclipses lunares, no tienen relación con presencias fantasmales, atribuyendo lo ocurrido esa noche a una coincidencia. Aproximadamente a las 11:30 p.m, mientras barría el parque de Barú, sintió un tirón en su escoba y una extraña sensación lo invadió cuando alguien pareció pasar detrás de él. Aunque no había nadie a su alrededor, el miedo le provocó un mareo, perdió el equilibrio y cayó al suelo. Con un zumbido en los oídos, pidió auxilio y fue socorrido por el doctor Salcedo, un habitante del sector.
«Cuando llegó el doctor junto a otras personas, me decía que no cerrara los ojos, que alzara la cabeza y me dieron agua, unas gotas de limón y él mismo me brindó los primeros auxilios hasta que me estabilicé», relató Ortiz, quien aún no encuentra explicación a lo sucedido esa noche.
Más allá de Federico Ortiz: Relatos de otros celadores
Las experiencias paranormales no se limitan a la historia de Federico Ortiz; varios celadores que han trabajado en el sector Barú también han experimentado situaciones similares. Uno de ellos, apodado «el Peruano», recuerda cómo, en altas horas de la madrugada, sintió que le arrebataban la manguera mientras regaba las plantas del parque. Al voltear, divisó la sombra de una niña desconocida corriendo hacia el callejón.
«La niña del callejón» es una leyenda que ha circulado entre los celadores del sector durante años. Aunque no hay fechas precisas, los trabajadores cuentan que hace años vivía una niña de aproximadamente 7 años que desapareció mientras jugaba en el parque y nunca fue encontrada. «Por más que su familia lo intentó y denunció, nunca supieron lo que le ocurrió a la pequeña. Es por eso que su alma quedó atrapada en el parque, y siempre que la vemos, ella trata de correr hacia donde era su antigua casa», relató Ulises Díaz, compañero de Federico Ortiz.
*Este artículo hace parte del proyecto “Voces Locales” de la asignatura de Gestión de Contenidos Digitales del programa de Comunicación Social de la Universidad Tecnológica de Bolívar, escrita por Andrea Navarrete, Sara Medina e Isabella Díaz.
