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De la exclusión a la moda, así es como el pelo afro ganó un espacio en la sociedad

Créditos
Sofía Villalba y Karolina Palomino
Las trenzas y peinados africanos pueden llevar distintas técnicas, grosores y colores. Se puede considerar forma de expresión de la identidad y forma de ser de la persona que las lleva.
Las trenzas y peinados africanos pueden llevar distintas técnicas, grosores y colores. Se puede considerar forma de expresión de la identidad y forma de ser de la persona que las lleva.

“Ella, la gerente de recursos humanos, me dijo ‘espero que en el Sena te hayan enseñado a cumplir normas, porque tienes que quitarte eso’, y me señaló hacia la cabeza. Yo quedé como que… ¿Eso qué? Y me dijo ella, de manera despectiva: ‘eso, el pelo’”, Víctor Padilla.

 

El sumario de esta historia es el relato de la conversación que tuvo Víctor Padilla Amador con la gerente de recursos humanos durante una entrevista de trabajo en el hotel Cartagena Plaza. Víctor Padilla contó que asistió a la entrevista con gajos sueltos y propuso trenzarse el cabello como una alternativa, puesto que no estaba dispuesto a cortarlo, sin embargo, la gerente de recursos humanos del hotel respondió que los protocolos de la empresa exigen que las mujeres lleven el cabello alaciado y los hombres el cabello corto, a lo que Padilla se negó en pleno derecho del libre desarrollo de su personalidad.

Su experiencia no es un caso aislado, son muchas las personas negras en Cartagena de Indias que denuncian enfrentarse a este tipo de actos de racismo por su color de piel y sus rasgos corporales, además de ser discriminadas por un elemento que ha sido usado como mecanismo de control social durante muchos años: el pelo o cabello.

A lo largo del tiempo, la libertad de llevar el cabello afro ha sido reprimida en nombre del “aseo” o el “profesionalismo”. Alisarlo o cortarlo ha sido una regla para acceder a oportunidades de empleo o instituciones educativas que exigen ocultar el cabello afro a como dé lugar debido a creencias prejuiciosas que lo consideran sucio o inadecuado.

A pesar de que en Cartagena más del 70% de la población es afrodescendiente, según cifras del DANE, el racismo y los prejuicios sociales abundan. Es por eso que la estética del cabello afro se ha convertido en un movimiento político más allá de la mera ornamentalidad.

 

El cabello afro como elemento clave para la supervivencia 

 

Trenzas
El proceso de trenzado puede durar horas. Una vez hecho, el peinado puede durar semanas manteniendo su forma y apariencia.

Históricamente, el cabello afro ha cumplido funciones que trascienden a la estética, de hecho, según Clarence R. Robbins, un científico dedicado a investigar las propiedades químicas y físicas del cabello, el pelo afro es una adaptación natural de algunas poblaciones humanas para evitar daño al cuero cabelludo por los rayos UV. Los estudios de Robbins apuntan que la textura rizada que forma pequeñas hélices maximiza el flujo de aire hacia el cuero cabelludo, manteniendo el cerebro a una temperatura controlada. Por otro lado, el cabello lacio fue una adaptación para mantener el calor en zonas geográficas con temperaturas más bajas.

Posteriormente, el cabello afro fue cumpliendo otras funciones. Como consecuencia del colonialismo y sus afanes de expandirse a todo costo, en los años 1600 fueron traídas a América miles de personas de África sometidas por armas y violencia para realizar trabajos forzosos y ser vendidos o comprados como si fueran ganado. Bajo la falsa premisa de que las personas negras descendían de pecadores y carecían de alma, se escondía uno de los negocios más lucrativos que han existido y gracias al cual muchos imperios se construían: la esclavitud. Algunas de aquellas personas sometidas no se quedaron de brazos cruzados asumiendo su suerte, estos consiguieron su libertad comprándose a sí mismos o huyendo de sus amos. En este proceso de emancipación el cabello jugó un papel fundamental.

 

Exclusión masiva

 

Cuando las mujeres deciden dejar de alisarse el cabello, en muchas ocasiones se hacen un “gran corte” que elimina todas las partes que están dañadas por el exceso de planchado.

Fueron miles las personas africanas esclavizadas que fueron traídas al continente americano. De acuerdo con la historiadora Enriqueta Vila, Cartagena de Indias se convirtió en el principal “puerto negrero” durante la época de La Colonia. Este desplazamiento forzoso masivo explica el porqué Cartagena es en la actualidad una ciudad mayoritariamente negra en sentido demográfico. Lo que no explica es la gran cantidad de prejuicios, discriminación y exclusión que las personas negras sufren en esta ciudad aún siendo la mayoría de la población.

La exclusión de la población negra en Cartagena ha sido también clasista y perpetuada por el Estado. Prueba de ello, es el caso de Chambacú, un terreno localizado entre la ciudad amurallada y el Castillo de San Felipe, dos íconos turísticos de la ciudad. Debido al creciente auge del turismo, en la década de 1950 el terreno de Chambacú fue desalojado debido a la extrema pobreza que había en el sector, el cual era habitado casi en su mayoría por población afrocolombiana. Los habitantes fueron desplazados a otro sector conocido como El Papayal, del cual no existía registro catastral en el Instituto Geográfico Agustín Codazzi -entidad encargada de producir el mapa oficial y la cartografía básica de Colombia-. La población chambaculera fue desplazada a un sector que ni siquiera estaba registrado en el inventario de tierras del país. Metafóricamente, la población chambaculera, que era negra y pobre, fue borrada del mapa.

El desalojo, aprobado por el alcalde de ese entonces Gabriel García Romero, tenía como propósito construir un proyecto que nunca se llevó a cabo. Hoy en día una parte del terreno sigue baldío, otra parte fue re-habitada por familias en condiciones de pobreza y otra fue vendida en 1995 al consorcio Chambacú de Indias S.A., del que eran socios Fernando Araújo Perdomo y Rafael Pérez Lequerican. En 1999 estalló el escándalo de Chambacú luego de que el periodista Ignacio Gómez publicará un artículo en el que 35 familias contaron el drama de ser desplazados por el Estado. En agosto del mismo año, la Fiscalía citó a Fernando Araújo a declarar, sin embargo, debido al secuestro de Araújo perpetrado por las antiguas Farc en diciembre del 2000, fue exonerado de todos los cargos favoreciendo así a todos los involucrados en la irregular compra y venta del predio.

El fenómeno de desplazamiento y exclusión que sufrieron los chambaculeros hace 70 años, en la actualidad se sigue replicando sistemáticamente, al excluir y privar a la población afro cartagenera en espacios de la ciudad, sobretodo en los espacios turísticos en los que los que se instrumentalizan los cuerpos negros como parte de la puesta en escena, mientras que a la vez se le niega el disfrute del espacio turístico a los cartageneros, en especial si son afrodescendientes. Es común en Cartagena escuchar denuncias de malos tratos en discotecas reconocidas de la ciudad. Esta situación también se evidenció cuando en 2015 un cochero del centro histórico denunció que policías le hicieron bajar de su coche a una niña de nueve años y a su madre, residentes del barrio Petare, bajo el argumento de que eran negras y no turistas.

 

El pelo afro como herramienta económica 

 

Como respuesta a la discriminación racial, se han creado movimientos de reivindicación de derechos que buscan incomodar y a su vez combatir la exclusión, los prejuicios y los estándares de belleza eurocentristas a través del pelo afro, ya sea en trenzas, suelto o adonado con turbantes, pero siempre lucido con orgullo. Un ejemplo de esto es el Movimiento de Mujeres Negras Barriales y Periféricas, un grupo de mujeres afrofeministas y anticapitalistas que se movilizan políticamente en las calles y las redes sociales en defensa de sus cuerpos y sus territorios mientras que cuestionan las dinámicas sociales y económicas en la ciudad de Cartagena.

El Movimiento se mantiene económicamente gracias a actividades de recolección como rifas y sorteos, pero también han comenzado a financiarse con la elaboración de trenzas y peinados africanos, lo cual les permite ser sostenibles en medio de una economía circular y colaborativa.

Así como ellas, muchas mujeres se han mantenido económicamente gracias a la elaboración de trenzas y peinados africanos, también a través de la venta de turbantes y accesorios para el cabello afro y la elaboración de productos naturales para el pelo. Son aquellas mujeres barriales y populares las que han logrado mantener la estética afro al alcance de las mujeres de cabello afro-rizado que viven en estratos medios y bajos y que no tienen la capacidad económica de costearse tratamientos y peluquerías afro, que han seguido los patrones capitalistas que se olvidan del sentido social que necesita una ciudad pobre como Cartagena. Una embajadora del pelo afro-rizado cuidado a precios cómodos es Lizeth Orozco, quien con su marca Espelúcate quiere llevar a los cartageneros productos para el cabello de calidad sin cobrarles cantidades de dinero exageradas. También se dedica a cortar el cabello y enseñar a peinarlo para que las personas aprendan a apreciar su cabello sin importar la textura.

 

Pelo libre = vida libre

 

Si bien en décadas anteriores el cabello afro era usado como herramienta o elemento para las personas que lo llevaban, hablando específicamente de las trenzas o también llamados peinados africanos, actualmente este ha ido adquiriendo fuerza gracias a un gran grupo de personas, realzando la importancia de siglos de lucha, representando sus raíces, dejando a un lado los estereotipos de belleza y raciales que están tan normalizados en las conversaciones cotidianas y apoderándose cada día más de cada uno de los elementos representativos de la cultura afrodescendiente.

 

Cuando se habla de personas afrodescendientes, no se podían dejar a un lado los distintos prejuicios que existen. Según Cimarrón Juan de Dios Mosquera, se expresaban en estereotipos o creencias, tales como: que la persona afro es “mala”, “perezosa”, “fea”, “sucia”, “fuerte para el trabajo duro”, con una “sexualidad exagerada”, “hechicera”, “rumbera”, “buena para el servicio doméstico” y al mismo tiempo se consideraba a las personas blancas como “hermosas”, “superiores”, “trabajadoras”, “ahorradoras”, etc. De igual forma, existían y siguen existiendo pensamientos sobre el cabello afro o afro-rizado, que representa “suciedad”, “mala representación”, “pobreza”, “mala educación”, “fealdad”, entre otras expresiones despectivas.

Teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado, es importante resaltar que, hoy en día, gracias a los movimientos que se han desarrollado con gran intensidad, cada vez más son las personas que se convencen de dejar su cabello afro-rizado al natural. Al hacerlo, evitan pagar tratamientos alisadores con químicos fuertes que terminan dañando la salud de su cabello y cuero cabelludo. De igual manera, al liberar su cabello, asumen parte de su identidad y se enorgullecen de sus raíces ancestrales.

A pesar de que estos movimientos han tomado gran fuerza, no dejan de existir quienes quieren influenciar en las apariencias ajenas, como las propias familias, por ejemplo, cuando constantemente hacen comentarios tipo: “alísate el pelo otra vez”, “ese pelo se te ve duro”, “tu pelo es malo, no puedes hacerte todo tipo de peinados”, “péinate bien para que tengas buena presentación”, “con ese pelo no te van a recibir en los trabajos”, “no te ves serio/a con esa cabeza despelucada”, etc.

En este sentido, la fuerza de voluntad y el empoderamiento han jugado un papel muy importante en la comunidad afro, hoy se pueden ver a muchas mujeres y hombres luciendo sus cabellos naturales, llevándolos a diversos lugares sin importar el qué dirán, simplemente siendo ellos mismos. La libertad que se siente al poder llevar el cabello natural afro o afro-rizado es inexplicable, significa el orgullo que se lleva ancestralmente, amor propio, respeto por las luchas y por los ancestros.

Por otra parte, están los peinados africanos, los cuales hoy en día han tomado un gran auge, hay peluquerías específicas para su tratamiento y cientos de personas asisten a ellas, de hecho, hay quienes afirman que gracias a estos peinados han tomado la decisión y han disfrutado el llevar su cabello natural. La versatilidad y la variabilidad que contienen estos cabellos permite ser fuente de inspiración de alguna u otra manera para la sociedad.

En las redes sociales se pueden ver ahora con mayor libertad y frecuencia la aparición de estos cabellos afro-rizados y de los peinados africanos, se lucen en eventos importantes, se habla de ellos y es algo satisfactorio, porque las voces que han estado sonando han logrado ser escuchadas en gran medida.

 

 

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