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En la intimidad de Parques Nacionales Naturales, un relato en primera persona de lo que se vive en las áreas protegidas

Créditos
Samanta Yulieth Amaranto
Quinta foto (pesca artesanal)

«A Cartagena no le importa mucho proteger mi ecosistema”. Esta es la historia detrás de dos áreas protegidas por Parques Nacionales Naturales de Colombia que hoy son protagonistas de varias investigaciones ambientales en la costa Caribe colombiana.

Quedándole algo menos de tres semanas de jefatura, el teniente de navío Jhon Bairon Restrepo empieza a notar que la historia detrás de los Parques Nacionales Naturales de Colombia y de un grupo de personas que luchan día a día por el cuidado y la conservación de las áreas protegidas, se puede contar por sí sola.

Limpieza de las guarderías de coral. // Foto: Omar Arcón.

Era el año 1960. Mientras el gobierno de Alberto Lleras Camargo retumbaba en las calles de Colombia y la conservación ambiental se volvía cada vez más una preocupación oficial, nacía el Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia (SPNNC). Con él, apareció también un área protegida que encabezaría la historia de lo que hoy son sesenta sistemas de parques protegidos y más de cien funcionarios trabajando de la mano para la conservación de los distintos ecosistemas.

 

En la actualidad, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) está conformado por sesenta y cuatro áreas protegidas repartidas entre cinco categorías de conservación en la superficie nacional: marina y terrestre, sesenta son Parques Nacionales Naturales distribuidos entre Santuarios de Fauna y Flora (SFF), Distritos de Manejo Integrado (DMI), Reservas Nacionales Naturales (RNN), Vía Parque (VIP) y Áreas Únicas (AU).

El Parque de los colombianos

 

El sol abrazador de la mañana cae sobre nuestra señora del Rosario y el archipiélago de San Bernardo, dejando en evidencia las aguas cristalinas que invaden la costa Caribe colombiana, una zona llena de biodiversidad, fauna y flora esperando ser conservada y valorada por todos los colombianos.

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Muchos me describen como un parque de ensueño. Tengo una de las mejores biodiversidades de la costa Caribe, sin embargo, son muy pocos colombianos los que me conocen y cuidan de mí. Durante años, Parques Nacionales Naturales de Colombia, o como suelen llamarle: PNNC, se ha encargado de conservar y difundir mi ecosistema, pero hay personas y causas naturales que interrumpen su trabajo.

Mi historia comienza alrededor de los años 70, pero hoy, gracias a este grupo de personas, se puede contar por sí sola.

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Se trata de un camino netamente submarino en la costa Caribe de Colombia, cubierto por una gran variedad de biodiversidad marina que abunda en las aguas frente a la costa de los departamentos de Bolívar y Sucre. Ocupa un área, aproximadamente, de 120.000 hectáreas. La travesía que conlleva a los Parques Nacionales Naturales inicia a 23 km al sur de la ciudad de Cartagena de Indias, en el sector de Punta Gigante, en el corregimiento de Barú. En la zona sur se encuentra el sector del archipiélago de San Bernardo, a tan solo 35 km al norte de la ciudad de Santiago de Tolú, en el golfo de Morrosquillo.

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¿Ves por qué es importante cuidar mi ecosistema? Estoy compuesta por muchas hectáreas en las que predomina el ecosistema marino, que ha sido, por años, parte de los valores objeto de conservación de Parques Nacionales.

Tengo mucho más que agua y arena, puedes encontrar litorales arenosos, pastos marinos, arrecifes de coral, tortugas marinas y lagunas dentro del parque; pero no solo eso, sino también muchas personas que todavía utilizan las prácticas tradicionales de pesca y artesanía en mis territorios.

¿Sabes qué más puedes encontrar en mis tierras? Mis hijitos, sí, así como lo lees, dentro de mi ecosistema hay muchas especies de corales, tortugas marinas y caballitos de mar que considero parte de mi familia, aunque uno de mis hermanos desapareció hace muchos años por problemas ambientales.

«Parques Nacionales Naturales, luchamos por el cuidado y la conservación de nuestras áreas protegidas»// Foto: Omar Arcón.

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Dentro de las primeras islas que comprenden la zona geográfica de los Parques Nacionales Naturales, se encontraba Isla Maravilla, una isla perteneciente al archipiélago de San Bernardo que, además, estaba integrada al departamento de Bolívar en la costa del mar Caribe colombiano. Maravilla fue consumida por problemas del cambio climático y erosiones costeras, hoy en su lugar se pueden encontrar fragmentos de lo que un día fue la isla, pero que quedó completamente sumergida.

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Maravilla desapareció en los años 90, pero ¿sabes algo? Dentro de nuestra señora del Rosario y el archipiélago de San Bernardo hay una isla netamente submarina, es considerada como una de las señoras del Rosario porque compartimos mucha biodiversidad.

De hecho, nuestros nombres son muy parecidos, a mí me conocen como el Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo y a ella la conocen como el Parque Nacional Natural Corales de Profundidad.

Fauna, una biodiversidad en estado crítico

 

Han pasado siete años desde mi descubrimiento y declaración como parque y área protegida, fui parte de veintitrés polígonos de áreas significativas para la biodiversidad de todo el Caribe colombiano. De la zona que hoy alberga mi parque nacional, salieron tres polígonos con un alto nivel de biodiversidad, pero esto ya podrá explicártelo mejor el jefe del área protegida.

Me ubican en lo profundo de la plataforma costera, soy el Parque Nacional Natural Corales de Profundidad. Estoy conformado por 6.500 hectáreas totalmente submarinas que cuentan con, aproximadamente, 40% de biodiversidad del borde de la plataforma continental.

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Querubín Rodríguez Pinilla, especialista en gestión ambiental y biólogo, encabeza el proyecto en este escenario que hoy es tema de investigación. A lo largo de su carrera como guardaparque, se ha venido empapando en el tema de los arrecifes de coral y ha intentado, en lo posible, hacer valer y dar a conocer su trabajo por medio de los Valores Objeto de Conservación (VOC) del área protegida.

Isla maravilla, antes y después de la erosión costera. // Foto: Guido López.

 

“Desde la declaración del parque, el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras José Benito Vives de Andréis (INVEMAR) se ha encargado de investigar y determinar, en compañía de Parques Nacionales, cuántas y cuáles son las especies de corales que se encuentran en las profundidades. En estos momentos nuestro objeto de conservación más importante es proteger los corales que se encuentran después de los 200 metros de profundidad”, explica.

Las presiones que tanto Querubín como su grupo de trabajo han encontrado en el área protegida, conllevan a Juan Felipe Melo y Mary Carmen Leal a esforzarse cada día más por la conservación del ecosistema.

Juan Felipe Melo inicia su labor como guardaparques en medio de un periodo de investigación en el parque, su trabajo como encargado de prevención, control y vigilancia le permitió darse cuenta de que a esta zona todavía le hace falta exploración.

“El archipiélago de nuestra señora del Rosario tiene una profundidad desde los 34 – más o menos – hasta los 1.200 metros de profundidad, entonces, esta es una zona que aún falta por explorar, principalmente, porque es un ecosistema netamente marino. Pude notar que el área protegida tiene fondos blandos donde encontramos arrecifes mesofóticos y arrecifes de profundidad, pero todavía hay una gran parte de biodiversidad que desconocemos, tal vez, tenemos idea de lo que hay en las profundidades, pero no está completamente determinado”, confiesa.

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Querubín tiene un grupo de trabajo pequeño, pero esto no le impide seguir trabajando y explorando mis tierras. Desde hace varios años este pequeño grupo de guardaparques está trabajando en mí, ellos se esfuerzan cada vez más por conservar y cuidar mi ecosistema marino, han convertido mis corales de agua fría o profunda en una de sus prioridades.

Casi nadie lo sabe, pero en mis profundidades hay unos corales que necesitan de la luz solar para reproducirse, pero como se encuentran a 200 metros de profundidad, es muy difícil que la luz llegue a esta zona, por lo que estos corales se amigan con un alga que les suministra los nutrientes necesarios para reproducirse y formar su propia familia de coralitos.

El sol abrazador de la mañana cae sobre la plataforma continental, y con él, comienza la travesía de los guardaparques de Colombia. // Foto: Omar Arcón.

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Desde hace años, el Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo, junto con el Parque Nacional Natural Corales de Profundidad, han venido batallando con el tránsito de embarcaciones, que de una u otra forma, afecta su biodiversidad, particularmente por el transporte de hidrocarburos o sustancias peligrosas que llegan desde el Golfo de Morrosquillo, al sur del mar Caribe, en la costa norte de Colombia. Al igual que el tránsito ilegal de buques petroleros y el derrame constante del petróleo en estas embarcaciones.

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Por décadas, la pesca artesanal y el tránsito de embarcaciones han sido protagonistas de una gran pérdida de mi biodiversidad, no solo en las profundidades, sino también en mis manglares, bosques seco tropical, lagunas costeras y todas aquellas zonas que hacen parte de mi paraíso. No me quejo mucho por la práctica de la pesca artesanal porque entiendo que la mayor parte de los pescadores sacan su sustento diario de mis aguas, pero como dice el teniente Restrepo, su pesca con dinamita, arpón o con artes de pesca como el boliche y la mantarraya deterioran mi ecosistema marino, en especial los corales blandos, duros y verdes, sin dejar por fuera a mis preciadas tortugas y caballitos de mar que caen en sus redes.

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Al mirar atrás, las dificultades por las que han pasado estas áreas protegidas antes de ser declaradas no han faltado, la degradación del Parque Nacional Natural Corales de Profundidad comenzó en el año 1998, cuando las empresas públicas comenzaron a hacer uso de la infraestructura submarina, lo que hoy en día es una de las más grandes problemáticas del parque marino.

De acuerdo con Querubín, son aproximadamente tres cables submarinos de telecomunicaciones que rodean el área de los corales de profundidad, cables que fueron instalados antes de la declaración del parque y que, desde entonces, se han encargado de transportar fibra óptica y servicios de internet para los hogares.

Con el pasar de los días, se le iban añadiendo más y más problemáticas a las áreas protegidas que luego desembocaron en una misma explicación, falta de cultura ambiental. La deforestación en las cuencas altas, medias y bajas de los ríos, la transformación de los paisajes, la quema y tala de árboles que evitan que las zonas que protegen las rondas y los bordes de la cobertura vegetal estén aptas para prevenir deslizamientos o reportes de segmentos, causando que toda esa agua con sedimentos llegue y afecte las áreas protegidas.

Socialización del Plan de Manejo de los Corales del Rosario y San Bernardo con los consejos comunitarios de la zona. // Foto de Parques Nacionales Naturales de Colombia.

 

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Por ser un área profunda no tengo un tipo de restauración activa, pero sí un cuidado especial y ayuda con mis tortugas y coralitos. La deforestación en mis cuencas genera agua con sedimentos que afectan mi ecosistema, pero hay una persona que trabaja con Corales del Rosario que se ha encargado de minimizar los impactos que se presentan en los valores objeto de conservación del parque, y a la vez, evita que se deteriore mi ecosistema profundo, tiene 24 años de experiencia y trabaja en la entidad desde el año 1977.

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A pocos días de entrar como funcionario, Wilner Gómez Rodríguez se enfrenta a muchas de las actividades que se desarrollan en Parques Nacionales y a los programas implementados por la entidad que le han permitido poder minimizar impactos presentados en los Valores Objeto de Conservación (VOC) del Parque Nacional Natural Corales del Rosario.

“El Parque Nacional es importante para todos los colombianos y para las comunidades vecinas, principalmente, por su ubicación y por los VOC que hemos sembrado en el lugar y porque de alguna manera se busca que se trabaje integralmente para la conservación de los diferentes ecosistemas que este contiene”, dice.

Grupo de trabajo Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo. // Foto: Samanta Amaranto.

Los valores objeto de conservación le han hecho saber a Wilner y al teniente Restrepo las principales amenazas que tiene el área protegida y, además, observar cómo están expuestos todos los ecosistemas del parque.

 

“Otra importancia que para mí tiene el parque, es que, muy a pesar de que busca mantener todos estos ecosistemas y toda esta parte cultural, en los últimos tiempos se ha concertado con las comunidades, se ha llevado a consulta previa el plan de manejo. En este plan de manejo se llegaron a acuerdos con seis comunidades, y esas seis comunidades integralmente con el parque deben trabajar en soluciones y alternativas para que siga prevaleciendo”, explica.

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Siempre ha sido objetivo de Parques Nacionales conservar las áreas naturales no intervenidas para salvaguardar nuestros ecosistemas, pero también para proteger a los indígenas o grupos étnicos asentados en nuestras áreas, para así poder garantizar su desarrollo, no solo de los grupos, sino también de todos los colombianos, después de todo, todos hacemos parte de una sola etnia.

Falta de cultura ambiental

 

En mi territorio no solo encontrarás ecosistemas marinos, animalitos, corales y biodiversidad, sino también muchas comunidades étnicas. Hay personas de Santa Ana, de Barú, Playa Blanca, Santa Cruz de Islote y muchas más, estas personas intentan aliarse con Parques Nacionales para ayudarlos con mi cuidado, para así, entre todos, conservar mis pastos marinos y mis zonas verdes de alta mar.

Sin embargo, a pesar de que he hablado maravillas acerca de mi cuidado y conservación, siento que me he saltado el lado oscuro de esta historia, porque sí, no todo es color de rosas.

Colombia desconoce mi historia, Cartagena no protege mi ecosistema, las personas no tienen cultura, ni educación ambiental, aunque suene feo, es la triste realidad de mi ciudad natal.

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Durante años, Parques Nacionales ha intentado fomentar la educación ambiental. Hoy, Claudia Salcedo, mano derecha del teniente Restrepo y funcionaria del parque, se ha encargado de gestionar los espacios que les permitan a las personas trabajar voluntariamente por la conservación de las áreas protegidas de Colombia.

De acuerdo con Claudia, para Parques Nacionales la educación ambiental es todo aquel relevo de información que podamos brindarle a todos y cada uno de los actores estratégicos, comunidades, la sociedad como tal y a los visitantes de las zonas.

“Las instituciones educativas y universidades hacen parte de nuestras investigaciones, las jornadas de limpieza y los comunicados de prensa han sido nuestro principal fuerte, pero desde hace varios años, venimos trabajando con el Servicio de Guardaparques Voluntarios”, confiesa.

A la izquierda, el teniente saliente Jhon Bairon Restrepo, a la derecha, el teniente entrante John Jiménez. // Foto: Samanta Amaranto.

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Todos podemos cuidar de nuestro ecosistema, lástima que no todos quieran hacer parte de esto. Parques Nacionales ha creado un proyecto llamado el Servicio de Guardaparques Voluntarios, en el que le permiten a cualquier persona experimentar y aprender cuál es el trabajo de las personas que luchan día a día por nuestra conservación, pero, sobre todo, hace que los niños y los jóvenes se incentiven a cuidar nuestros pedacitos de tierra.

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Para Salcedo, esta iniciativa permite llegar de manera directa a todo lo que no se conoce de las áreas protegidas, y a su vez, posicionarla como un atractivo natural y cultural para visitar; pero, además, para proteger y cuidar.

“Es como una relación que hay entre el hombre. Los seres humanos frente al buen uso de los recursos naturales”, resalta Salcedo.

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Nuestra relación con el hombre ha venido decayendo. Antes, las personas se interesaban más por proteger lo que les daba materia prima, tanto así que hasta las escuelas tenían cursos relacionados con la educación ambiental, ahora las mismas personas que se formaron para cuidar el medio ambiente, se encargan de deteriorar nuestros ecosistemas marinos.

Como parque nacional, he vivido este proceso, y es importante que todos se den cuenta de que la educación ambiental tiene una deuda, ya que son muchas las personas que intentan implementarla, pero no todas han logrado adaptarse a este medio.

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Para Wilner, la educación ambiental está diseñada en lugares donde no puede funcionar, por ejemplo, el proceso de educación ambiental que diseña la ciudad de Bogotá no se podría efectuar en una comunidad étnica.

“Se debería establecer un plan de educación ambiental que se convierta en un proceso continuo, muchas de las actividades de educación ambiental están basadas en comunicación, o sea, en lectura, la mayoría de la gente ya no lee. La educación ambiental debería ser más que recolección de residuos”, advierte.

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Sin embargo, entiendo que como parque no le puedo exigir a las personas que implementen la educación ambiental conmigo o siquiera que tengan un poquito de cultura ambiental, porque nadie sabe por todo lo que he pasado para lograr mi restauración y mucho menos saben cómo llegué a ser un área protegida, simplemente me miran como una playa más y, de hecho, algunas de mis zonas ni siquiera son playas.

En Isla Barú hay un lugar ‘turístico’ llamado Playa Blanca que ni siquiera es una zona turística. Parques Nacionales no contempla esta área como algo que concierne al ecoturismo, entonces, la restauración con una parte de mí es difícil, comenzando porque no han podido hablar de un proceso de restauración en este pedazo de tierra que todavía no han podido recuperar, a pesar de la influencia que Parques Nacionales tiene en el lugar.

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Desde hace muchos años, Playa Blanca y otras islas del archipiélago del Rosario y San Bernardo fueron declaradas áreas intangibles, sin embargo, muchas de ellas tienen ‘autorizado’ realizar actividades turísticas como recreación para los bañistas, pero estas áreas suelen generar mucha demanda debido a su alta densidad de uso, entre ellas, las zonas de recuperación natural.

Estas áreas, que se distinguen por ser zonas de recuperación natural, tienen prohibido hacer actividades de turismo, ya que las visitas constantes evitan que el parque se recupere por sí solo.

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Las actividades que intentan hacer en mis tierras van en contravía, porque muchas veces no se respeta la capacidad de carga en las embarcaciones que llegan a mis islas y se genera una concentración exorbitante de personas que dejan residuos o quieren llevarse un pedacito de mis corales como recuerdo.

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En 1996, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MINCIT) crea la ley general de turismo que le da relevancia al ecoturismo en Colombia, y a su vez, inicia la tradición de llevarse un recuerdo de los lugares visitados. Colombia es uno de los cinco países con mayor biodiversidad, por lo que es muy común que las personas quieran llevarse algo que les recuerde los ecosistemas del país. El turismo que se hace en los parques nacionales ‘obliga’ a los visitantes a querer llevarse de recuerdo un pedacito de coral, un caracol pala o una concha de caracol.

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Aunque parezcan objetos insignificantes, son, aproximadamente, un millón de personas que visitan mis tierras. Si permiten que cada una de ellas se lleve un pedacito de coral o una concha de caracol, con el tiempo me quedaré sin coralitos y caracoles.

Mi vida como parque es muy importante, tengo muchas cosas por explorar e investigar, pero ha sido el momento de que conozcas un poco cómo es la labor de estas personas que se encargan de cuidarme.

Para el teniente Restrepo, la labor de un guardaparques es muy gratificante, porque no todo el mundo tiene la vocación de conservar nuestras áreas protegidas. Las personas que hoy trabajan para mi cuidado llegan a la entidad con la voluntad de hacer cualquier cosa para conservar mis ecosistemas.

Es muy valioso el trabajo que hacen conmigo, los guardaparques están muy pendientes a mi prevención, vigilancia y control. Entiendo que no es fácil para ninguno de ellos pasar tiempo fuera de sus casas o lejos de su familia y amigos para monitorear mis ecosistemas, pero les agradezco mucho que a pesar de todo sigan con la misma disposición y deseo de salvaguardar mi entorno natural.

Con nostalgia, el grupo de Parques Nacionales Naturales de Colombia despide al teniente de navío Jhon Bairon Restrepo. // Foto: Samanta Amaranto.

 

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Cada uno de los funcionarios describe su labor de forma diferente, pero algo sí es seguro, todos aman su trabajo y están dispuestos a sacrificar tiempo para lograr sus objetivos. Desde el área de prevención, control y vigilancia, Juan Felipe describe su labor como algo romántico, para él es necesario que todos los que trabajan en las distintas áreas tengan amor por su labor.

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Lo romántico de trabajar en mi pedacito costero es que puedes apreciar los hermosos paisajes que se reflejan en mis aguas cristalinas y el brillo de mis corales. Puedes llevarte una experiencia visual maravillosa visitándome de manera precavida.

Ahora, lo interesante de todo el asunto, es que Parques Nacionales se ha encargado de capacitar a todo su personal para atender cada una de mis necesidades, por ejemplo, la labor de Wilner va encaminada a incentivar la prevención mientras hace ecoturismo en mi interior.

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Wilner narra su labor como aquella que busca también que la gente empiece a entender que los ecosistemas son importantes, pero que la relación con ellos debe ser equilibrada, de tal forma, que la gente pueda tener la oportunidad de conocer, a través de experiencias vividas, lo que tiene el área protegida.

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¿Puedes notar cuán importante es la labor de cada uno de ellos? Tal vez ellos no noten lo agradecida que estoy con su cuidado, pero intento ayudarlos por medio de la restauración natural, así ellos tienen menos trabajo y pasan más tiempo con sus familias; pero, sobre todo, intento dar lo mejor de mí para, junto con los demás ecosistemas, regalarles una hermosa vista y un incentivo para su trabajo.

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Luego de la salida del teniente Jhon Bairon Restrepo, los guardaparques Querubín Rodríguez, Juan Felipe Melo, Claudia Salcedo, Wilner Gómez, Luis Aurelio Whisgman, junto con sus compañeros, quedaron bajo la jefatura del teniente de navío John Deiver Jiménez, quien recibió temporalmente el cargo con la cabeza en alto y con la ilusión de contribuir a la conservación de las distintas áreas protegidas.

Restrepo sale de su cargo con nostalgia, pero confiado de que la persona a la que deja en reemplazo tendrá el apoyo de todos aquellos que una vez le abrieron los brazos y lo hicieron sentir parte de una entidad que vela por la conservación y restauración de los ecosistemas marinos.

Parques Nacionales le abrió las puertas al teniente de Navío con vocación para la conservación ambiental y hoy lo despide celebrando y contando la historia de lo que una vez los unió. Esa alegría y entusiasmo que una vez sintieron por emprender una labor con un teniente saliente de las altas mareas y decidido a entregarse a su labor como guardaparques de la costa Caribe colombiana, hoy se convierte en gratitud hacia su trabajo como teniente, como jefe y como persona.

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Sé que debe ser duro para los guardaparques comenzar todo este proceso con una persona diferente, pero todos hemos depositado nuestra confianza en el teniente Jiménez, tal vez, aún no sepamos cuánto tiempo se quedará cuidándonos y velando por nosotros, pero de algo sí estamos seguros como áreas protegidas, islas costeras, mangles, arrecifes y como ecosistemas, vamos a dar lo mejor para lograr una buena convivencia y un buen apoyo para facilitar la labor de cada una de estas personas.

 

PALABRAS PARA TENER EN CUENTA:

 

1. Guardaparques: Son agentes de conservación que cumplen una gran diversidad de funciones, van desde el control y la vigilancia de las áreas protegidas, hasta la atención a los visitantes.

2. Arrecifes de coral: Es una estructura subacuática hecha de carbonato de calcio secretado por corales. Es un tipo de arrecife formado por colonias de corales.

3. Arrecifes mesofóticos: Es un tipo de arrecife formado por colonias de corales y algas dependientes de la luz.

4. Áreas protegidas: Son definidas áreas que han sido designadas, reguladas y administradas para alcanzar objetivos específicos de conservación.

5. Ecoturismo: Actividad turística en la que se ofrece la observación del medio ambiente natural.

6. Ecosistema marino: Son los ecosistemas acuáticos que se distinguen por existir en aguas con un alto contenido de sal.

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